domingo, 1 de febrero de 2009
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El sanedrín era como el tribunal donde se celebraban los juicios, el sumo sacerdote era el guía político y espiritual de la teocracia israeli, los escribas eran los intérpretes de la ley divina.
Los fariseos, saduceos y celotes era partidos políticos.
Desde lo “teocrático” los fariseos eran “ortodoxos”, los saduceos reformistas y liberales, los celotes “revolucionarios” y el profeta Isa era de la corriente teopolítica primaria de la más justa y santa teocracia.
Estos partidos políticos, cada uno de ellos tenia una visión del proyecto divino y de la voluntad de Allah, para ese momento histórico los saduceos y fariseos como los dos únicos partidos en gobierno entendían que a Israel le convenía mantener la paz con el imperio romano para sostenerse en el poder, aunque para ello tuviera que convivir con el orden y el sistema dominante del Shaitan.
Los celotes por el contrario se habían convertido en una guerrilla con un plan de liberación por la vía militar, lo malo es que los celotes estaban haciendo la guerra para defender algo que Allah no aprobaba ellos estaban combatiendo a los romanos por que eran injustos, pero ellos los celotes también estaban viviendo bajo un modelo de injusticias. Es lo mismo que ocurre en el día de hoy con los revolucionarios que no cambian ellos, pero quieren hacer cambiar a los otros.
Los contextos donde se desarrolla el mensaje de los profetas es un contexto donde la política y la religión es una sola, lo que desde los partidos políticos teocráticos y se llama teología.
La teología es la vida humana desde el pensamiento de Allah y la vida desde el pensamiento humano es ideología.
¿Cómo se forman los partidos teocráticos?
Los que los musulmanes llamamos Sheis (maestros) los israelitas llaman rabinos (maestros).
Cada Shei tiene sus discípulos y tiene una teología, el número de discípulos crece y se convierte en una línea política teológica, que trabaja y lucha para unir al pueblo entorno a su propuesta teocratica y trata de llegar a la administración de las políticas nacionales, para poner por obra su interpretación de la justicia divina.