lunes, 9 de febrero de 2009
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aguardiente en la casa de la señora Castillo la nombrada por mí administradora de “Mi pequeño país”.
Me contó Alberto Paz, que esa noche se emborracharon y le hizo el amor a Eulalia Castillo y Ramón casi lo hace con la hija de esta. Por mi parte yo me fui al rancho en el barrio indígena de Santa Ana, al lado de la comunidad revolucionaria.
Le lleve algo de dinero a Adelaida para que pasara la semana. El otro día, Danel pasó a recogerme con el jeep. Desde ese momento lo nombre mi chofer. Con el recorría fundos y hacia todo tipo de diligencias.
Mi vida no cambio en lo tocante a lo social y económico. Seguía en el mismo rancho de zing con puertas de trapos, piso de tierra y sin ningún mueble, todo el dinero que recogía en el campamento era para financiar el proyecto, que era lo unico que en verdad me importaba. A la limpia Makay, le abrí catorce kilómetros de vialidad interna, con una maquina D-8 alquilada por horas, le hice el levantamiento topográfico, financie los hacedores de picas, las diligencias legales, en fin, toda la operatividad.
Las secretarias cobraban y los coordinadores tenían presupuestos de viáticos y gastos operativos.
Mis gastos personales eran muy pocos, de ropa solo tenia dos uniformes, un par de medias, botas y comía con el personal en los fundos.
La totalidad de los fundos fueron ocupados, yo ocupe la hacienda del Dr. Tirado, en el Mecocal, un fundo pequeño con una casa quinta y una piscina. Para este lugar cambie los equipos de computación, escritorios y todo el personal de secretaría. En cada habitación coloque una oficina, donde atender a los dueños de las bienechurias, los coordinadores y los parceleros. En este lugar el personal estaría mas cómodo, los equipos mas resguardados. Contrate una señora para el servicio domestico del aseo y también de la cocina.
Un día llego al campamento general una joven afro-descendiente, muy bonita, llego acompañada de su pareja. Cuando Ramón la vio, el que es un mujeriego empedernido me dijo ¿Qué quiere apostar que para la próxima semana, esa mujer será mía? Veremos le respondí.
El siguiente domingo me la presento como su mujer. Llegaron tomados de la mano al centro de operaciones del Mecocal. Luego llevo a esta joven a vivir con el al centro de operaciones donde su esposa trabajaba en el Dpto. de