lunes, 9 de febrero de 2009
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ordenación me invitaron a exponer sobre mi proyecto político en una actividad cultural que ellos organizarían en el cementerio para el próximo domingo.
El domingo acordado regrese al cementerio. En un lugar techado como especie de un atrio, con lugares donde sentarse, unos bancos de cemento. Allí primero celebraron la misa y después me presentaron.
Mi ponencia trato de de el pueblo wayuu, sus características de pueblo, sus derechos de pueblo y el derecho irrenunciable de la autodeterminación, de la autonomía wayuu, hable de lo que serian la región y el gobierno autónomo wayuu. Ejecutivo indígena con una figura horizontal como gobernador y el legislativo wayuu, el cual funcionaria en el marco de la ley consuetudinaria wayuu, el derecho consuetudinario. Finalizada mi ponencia el padre chucho me invito a hospedarme en su apartamento. Los dos fuimos en taxi a recoger mi equipaje en el hotel Centenario.
El padre Chucho es un anciano muy simpático. Era un sacerdote católico romano retirado y casado con una ex monja, ambos administran un ancianato, llamado Plenitud.
Durante los días de espera de mi ordenación, la compañía del padre Chucho se convirtió en mi mejor escuela teológica. Hasta el momento con el encontré el Dios en el que creo y la teología revolucionaria tantas veces anhelada. Por fin mi alma podía tener un descanso espiritual.
La búsqueda había finalizado, ahora solo tocaba servir con fidelidad a este Dios único y verdadero, el Dios libertador y salvador.