domingo, 1 de febrero de 2009
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naciones occidentales; las sociedades por su propia elección escogen la inmoralidad como forma de vida y de gobierno.
La inmoralidad es una opción conciente de los pueblos, es también un acto de sumisión al mal.
Un pueblo también puede elegir desaparecer primero antes de ser gobernado por la inmoralidad.
No se resuelve el problema de la necesidad moral mientras no se haga un traspaso de soberanía del pueblo hacia Allah (ley divina).
La necesidad moral se resuelve desde la fuente de toda moralidad, este es Allah. La ley divina y soberana que guía a los pueblos por la senda de la luz infinita.
La ley santa y soberana aplicable a todos los pueblos tiene la virtud de transformar las naciones y las vidas de quienes la practiquen de manera individual.
Solo la ley divina es la sal que evita la corrupción de la humanidad.
Las leyes humanas no tienen esta virtud por su elasticidad y mutabilidad, por otra parte tenemos que las leyes humanas por si mismas no son soberanas pues su administración no es en virtud de su poder sino a criterio y conveniencia de los administradores, lo que nos indica que el poder no esta en las leyes.
La democracia no es la soberanía de las leyes sino de los pueblos. En democracia son los pueblos los que gobiernan a las leyes y no las leyes las que gobiernan a los pueblos.
En la legítima teocracia los pueblos están sometidos a las leyes y no las leyes a los pueblos.
La necesidad moral consistente en una carencia de la ley divina, la ley divina es la providencia de Allah para un mundo en descomposición.
Es su misericordia y su gracia, a Allah le ha dolido enormemente el ver a su planeta y a los humanos, creados por él corrompidos en gran manera y a punto de ser destruidos. Esto le ha dolido mucho y una vez más abrió los cielos para hacer descender una vez más su misericordia, esto ocurrió en un mes de Ramadán la noche de Laila Torkader. Esa noche descendió ley divina