lunes, 9 de febrero de 2009

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dolor espantoso, sentía ganas de defecar, pero recorred las palabras de mi padre. Cuando las cosas están difíciles hay que aguantar el tipo. La valentía no consiste en no sentir miedo, sino en saberlo controlar. Mire las caras de los soldados, estos me miraban como quien observa un cadáver, mientras me apuntaban con los fales .En espera de la orden de fuego a discreción. Aquel silencio fue roto por la voz del capitán Baute. Apunten hacia arriba, desaprovisionar, luego mando a asegurar. Vamos a trasladar al prisionero. El alma me volvió al cuerpo nuevamente. Aquellas palabras me trajeron la paz. Mi última oración había sido, señor cuando ya no hay esperanza humana posible, aun queda usted y que yo sepa usted nunca me ha fallado. Me sacaron del rancho con las manos atadas a la espalda. Ya vestido nuevamente, me embarcaron en un camión M-35. Un cabo segundo me fue golpeando por el camino. Me trasladaron a la base militar de la Villa del Rosario de Perija. Allí llego una comisión de la inteligencia del estado para reconocerme, negaron que tuviera relación con ellos, luego agregaron ese es, mátenlo. Es muy probable que en este lugar coordinaran el siguiente procedimiento con los mandos de Caracas. Después me embarcaron nuevamente en el M-35 y tomamos vía Machique de Perija, al batallón de tropas especiales Venezuela. Cuando llegamos al batallón me llevaron a un puesto de vigilancia. Me mandaron a acostarme en el suelo y me ataron, también los pies. Le dieron orden a un soldado que me vigilara apuntándome con el fusil cargado y desasegurado. Cuando me reventaba de las ganas de orinar, no me permitieron ir al baño y tuve que orinarme en la ropa. Un helicóptero llego con una comisión de Caracas, integrada por un oficial general y otros oficiales medios. Me observaron y saludaron cortésmente y dieron orden de trasladarme nuevamente. A las tres de la mañana me desataron solo los pies para volver abordar el camión militar. En total me escoltaron veintitrés elementos de tropa, el capitán Baute y el sargento Balzan. Así partimos rumbo a la Fría estado Táchira, al teatro de operaciones numero dos. Cuando llegamos a esta fortificación, me imagine el infierno que me tocaría vivir tras esos muros de cemento y piedra. Pasamos por el portón