sábado, 7 de febrero de 2009

77

Para mayor entendimiento la teología de la liberación es fundamental entender la de la opresión, la cual dice que el oprimido debe de sufrir la opresión con conformidad, pues esta es su parte sobre la tierra si sabe soportarla pacientemente tendrá una recompensa. El opresor también es hijo de Dios y es salvo, solo tiene que no poner su confianza en la riqueza. La salvación del opresor es por la fe en cristo, quien le perdono su pecado de opresión, de manera que el opresor no es salvo por obrar el bien o el mal, ni por dejar de obrar, es salvo gratuitamente por la fe, así el opresor puede vivir su fe desde su condición opresiva y esperar su salvación haciendo un poco de misericordia con las cuales no perder los dones divinos como la corona de justicia y el vivir en la nueva Jerusalén. La teología de la opresión no establece ninguna diferencia entre oprimido y opresor. Los fariseos y saduceos del tiempo de Jesús habían establecido un sistema de gobierno desde la teología de la opresión, ellos dividieron al pueblo en una casta privilegiada y una clase oprimida, así ellos habían organizado una sociedad opresiva en nombre del Dios que los había liberado de la opresión de Egipto. Ellos habían levantado una nueva opresión en este contexto social es donde nace y crece Jesús, ya adulto interpreta que el Dios de Moisés no podía aprobar una situación como aquella. Mucho menos podía ser su voluntad tal situación. Que Yahvé es contrario a toda injusticia que niegue su misericordia. El trabajo profético de Jesús fue el anuncio del reino. Este anuncio fue lo que provoco la reacción violenta y asesina de las fuerzas opresoras del antireino, representada en aquella casta sacerdotal privilegiada y opresora. El sacrificio de Jesús constituye la autenticidad y legitimidad de la verdadera fe, la que lucha por disipar las tinieblas de la ignorancia, la que desenmascara al opresor y lo denuncia, la que proclama la esperanza para todos los oprimidos. Este es síntesis de lo que he entendido que es teología de la liberación, esta palabra estudiada, es la única que llega a mi alma y produce en mi la fuerza indoblegable de la fe, es la única que sacia la sed de mi alma revolucionaria hambrienta de justicia. Ahora tengo la seguridad de que nunca fui un falso cristiano, sino simplemente un pecador que peregrinaba en