sábado, 7 de febrero de 2009

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mezquita y me dio la información, me dijo que bajo compromiso de muerte estaba comprometido a no avisarme. Te andaba buscando me dijo son la gente de las AUC, unos motorizados tienen orden de eliminarte, estuvieron en tu barrio y andaban por el pueblo tratando de dar contigo, te recomiendo que ahora no vallas para tu casa. Ese mismo día y a la misma hora salí de Maicao hacia Venezuela, pues al ser objetivo de las AUC, no hay lugar seguro en Colombia. Mi salida fue por Paraguachon, sorteando los puestos del DAS y de la Guardia Nacional, me interne por los caminos verdes. En el camino dos veces trataron de matarme primero fue un Wayuu que al verme con pantalón camuflajeado, sospecho que era un guerrillero huido, quizás después de cometer un crimen. Luego un grupo de Wayuu, ocultos en el monte porque estaban en guerra con otra familia, me confundió con un espía. En ambos casos me libre gracias al conocimiento del idioma wayuunaiki, les asegure que era un misionero y les mostré mi credencial de cura. Pase por todas las poblaciones a pies hasta llegar al Cañito, donde amanecí en la iglesia indígena. En este lugar expuse a los wayuu sobre el proyecto de Autonomía Wayuu. El otro día continué mi viaje hacia Varilla Blanca. En el camino unos pescadores Wayuu trataron de matarme, pensando que era un asesino huido, guerrillero o paramilitar. Esto ocurrió en una laguna que esta al fondo del Cañito, al final de los medanos de arena, ellos me capturaron y me llevaron a un palafito en medio de la laguna, les dije que era un misionero, les mostré credenciales, les hable en wayuunaiki y me creyeron, cuando les cante varias canciones cristianas en wayuunaiki, solo así me dejaron ir y me llevaron en un cayuco hasta la otra orilla. Luego en Varilla Blanca dormí una noche, iba rumbo a Maracaibo, al cinturón de miseria nuevamente, luego de cinco años de vida clandestina en el exilio colombiano, regresaba sin un centavo, a una cita con el destino, regresaba cargado de conocimientos y experiencias. En Maracaibo viviría la penúltima parte de esta historia. En mi regreso al cinturón de miseria, mi llegada fue primeramente para visitar la comunidad revolucionaria. Todo seguía igual, como si el tiempo se hubiera detenido hacia cinco años. La misma miseria, los mismos ranchos, la misma gente, la misma tierra.