lunes, 9 de febrero de 2009

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Esto dio mas fuerza al argumento del lucro propio. El caso es que fui tomado como falso. Cuando me convencí que no me darían una verdadera ayuda para un trabajo serio. Que la iglesia no estaba interesada en el drama que vivían las comunidades indígenas en el cinturón de miseria. Esto me hizo entender que para mi propósito revolucionario, este no era el camino correcto. Esta experiencia me causo una gran desilusión, a tal manera de vivir una vida de pecados dentro de la misma iglesia, no lo puedo ocultar, ni negar. Pero este hecho no niega para nada, que el propósito revolucionario que me inspiraba era noble en gran manera. Al escribir este libro, me guía un espíritu de confesión y enmienda. Me arrepiento y siento mucho dolor por el mal testimonio dejado por mí, en la iglesia. Pido perdón por ello. Para nada apruebo estas cosas. Si de algo sirve decirlo, esta experiencia, no fue en vano para mi vida espiritual. Lo que no me sirvió para aquel entonces, me ha servido de mucho ahora. Sobre todo para mi vida moral. Nunca es tarde para aprender. Hoy tengo mucho respeto por la iglesia. Recuerdo muchas personas honorables en ella. También en la iglesia aprendí a conocer las doctrinas, unidad, dualidad y trinidad y las diferentes ideas sobre la salvación del hombre. Creo necesario afín de poner mi vida en orden. Confesar que nunca hubo en mi una autentica conversión a la doctrina de la iglesia evangélica, a su forma de fe. No porque no quisiera. Sino porque en mi alma no compartía esta fe. En ese momento no comprendió los porque. Hoy, pasados muchos años de aquello, estoy seguro de que la razón fundamental esta, en qué aquella fe no era en manera alguna una fe revolucionaria, rebelde e insurgente como lo es mi propia alma. Definitivamente abandone la iglesia evangélica y regrese al mundo del chirrinchi y la Yonna. Tengo que aceptar que no soy creyente simplemente místico y futurista. Jesús dijo yo he venido para que tengan vida. Y yo solo entendía que vivía junto con el pueblo Wayuu una realidad de muerte. Perdí a la mujer mestiza y mi próxima mujer fue Adelaida Iguaran una Wayuu de la Casta Epieyu, por parte de su padre y Epinayu por su madre Carmencita Morales. Kalapaita era su nombre Wayuu. El padre Lorenzo Iguaran, Maikuta su nombre wayuu.