domingo, 1 de febrero de 2009

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Otro asunto es que el mismo Bolívar expresa tener necesidad de esta virtud. Del contexto histórico podemos extraer que a casi doscientos años de aquel congreso de Angostura, la moral, no solo sigue siendo la primera necesidad, ha crecido de tal manera, que darle respuesta es algo que no es nada sencillo. La prueba de ello es que en el trascurso de este tiempo ningún proceso político revolucionario, ha podido dar respuesta a esta necesidad. Podemos decir sin temor a equivocarnos que nuestras republicas todas nacieron de esa realidad, sobre el fundamento de una carencia moral. Esta es la razón fundamental del fracaso del proyecto de nación venezolana. Cuatro republicas ya han fracasado, estamos en la quinta y ya se esta pensando en una sexta y luego en una séptima, como si la prioridad fuera fundar republicas. Si la fundación de una republica resolviera la necesidad moral de una nación de hecho que con cinco republicas Venezuela ya hubiera resuelto esta gran necesidad. Venezuela analizada desde la óptica islámica nace desde Occidente, la senda de la izquierda, la democracia (soberanía de los pueblos). Cuando los pueblos carecen de moral, la soberanía se deriba de una carencia de moral. Es decir de una inmoralidad. Estamos hablando de la soberanía de la corrupción. Venezuela sufre problemas de pobreza, inseguridad, corrupción administrativa y judicial, estos y todos los conflictos políticos y sociales que vive Venezuela tienen su origen directo en esa necesidad moral insastifecha. Somos hijos de la inmoralidad y como tal nos comportamos, unos más y otros menos. Pero todos de una manera u otra en un grado mayor o menor estamos afectados por la inmoralidad, la cual abarca todos los estamentos y niveles de la sociedad venezolana. En esto hemos nacido y nos hemos formado, forma parte de nuestra personalidad, de nuestro carácter, de nuestra alma nacional. A mi no me den, pónganme donde hay, Carlos Andrés es el mejor presidente, porque robaba y dejaba robar, son expresiones que retratan esa realidad de carencia moral.