lunes, 9 de febrero de 2009
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para las buenas relaciones diplomáticas. Después de analizar todas tus acciones, estamos convencidos que es lo mejor. Pero confórmate, hicistes mucho.
Hay algo que si puede hacer por mí, le dije, ¿Qué? ¿A que distancia de la otra comisión me van a dejar? A unos 200 metros, ayúdeme un poco comisario. Solo le pido unos metros mas lejos, lo demás queda de mi cuenta, es una oportunidad mínima y usted no tendrá cargo de conciencia. Esta bien solo unos metros. Vamos muchachos llévense a Teodoro.
Fui embarcado en una Toyota color blanco, esposado. Dos funcionarios se colocaron delante, el que acompañaba al chofer llevaba la pistola en la mano. Salimos e hicimos un recorrido hacia las afuera del pueblo. En el camino se detuvieron, Teodoro te vamos a explicar para que colabores con nosotros; fíjate te voy a quitar las esposas. Desde aquí en adelante, vas sin esposas y con la mano puesta en el pasador de la puerta. No intentes algo, o solo vas a precipitar tu muerte. Vamos avanzar y cuando el vehiculo se detenga y suene la bocina tu abres la puerta y corres como cuando eras jovencito. Si tienes suerte te le sales a la otra comisión, si no lo lamento. ¡Suerte!.
El vehiculo arranco nuevamente, había vivido unos días mas, mi Dios me había salvado y ahora regresaba a lo mismo. Pensé en Adelaida, en mis cuñados, en la causa wayuu; todo había fracasado. El estado era demasiado poderoso y yo solo era un marginado que me atrevía a desafiarlo. Era la lucha de la hormiga contra el elefante y ahora me aplastaba. Era el fin de toda esta lucha, el fin que comenzó con el chantaje por medio de la denuncia o del expediente en la comisaría de Chacao. No me vencieron y por eso me matan.
Llegamos a una carretera descubierta, ¿Teodoro ves aquel punto amarillo que se ve allá adelante? Si. Eso es una patrulla, vamos a detenernos y a tocar la bocina, cuando la oigas abre la puerta y corre, quedaras en poder de ellos, ven para quitarte las esposas.
Es mentira, dije, son ustedes quienes me dispararan.
No hay tiempo, solo te queda confiar.
El carro se detuvo y sonó la corneta, al otro lado se oyó el zumbido de motor, esto me indico que era verdad. Abrí la puerta, esperando disparos por la espalda, pero el toyota blanco avanzo a velocidad mientras yo corría por la carretera buscando un camino por donde evadirme. El otro vehiculo avanzaba