lunes, 9 de febrero de 2009

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Mi vida transcurrió en las calles. Dormir en la tierra y tener como techo las estrellas. Trate de acercarme a la familia por parte de madre. Luisa Elena Darnott, una de mis medias hermanas, me dijo, no tengo hermanos negros. Era un niño cuando recibí aquella dura respuesta. Desde aquel día consideraría mi sangre de negro como una maldición que me negaba la posibilidad de tener una familia. Jamás me reconocieron como tal, ni pudieron perdonarme el gravísimo pecado de haber nacido con sangre negra. Desde la infancia viví condenado a la soledad, a la sobrevivencia en las selvas de cemento de Venezuela. Muy niño, conocí los calabozos, tanto en la policía de Maturín como en la de Ciudad Bolívar. Me ponían junto con los delincuentes adultos para que me violaran. De niño ya era solicitado y un huido. Como adolescente, fui ladrón y cobrador de peaje en los cerros de Caracas. Conocí la droga y el licor. A los dieciséis años no sabia que hacer con la vida. Estaba cansado de la calle. No tenia donde ir; era un joven sin familia a quien acudir. Parado en medio de la gran capital, rodeado por multitudes y sumido en la más grande y espantosa de las soledades. El Ejército era una salvación, me presente por primera vez y no me recibieron por la poca edad. Mi vida era la de un Juan parao sin tener ningún destino. En enero de 1.972, me volví a presentar y en esta oportunidad mentí sobre la edad para que me aceptaran. Recuerdo que el medico no quería aprobarme por causa de mi contextura y edad. Decía que no aguantaría. Le conté mi situación, cualquier cosa para mi no seria peor que la calle. Fue un alivio para mi verme bañado y vestido de uniforme, rumbo a un lugar donde dormir en cama y comer caliente. No importa cuanto tuviera que sufrir, allí estaría mejor. Mi conducta en el ejército fue mala. Casi dos años después fui lanzado a la calle. Me había acostumbrado al uniforme pero no presentaba ningún cambio de conducta. Era un delincuente institunacionalizado. Trabaje en la policía del Estado Monagas. Y me case con Maria Elena López. Luego trabaje en la policía de Anzoátegui y Aragua, en todas partes observe mala conducta. Hice un curso de detective privado bajo la matricula 260671-C del instituto de policía científica Simón Bolívar. Este curso lo abandone, renuncie a la policía de Aragua, para trabajar en Caracas como investigador privado. Al poco tiempo me mude a esa ciudad con