lunes, 9 de febrero de 2009

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No me enamore de ella por el recuerdo de mi esposa, solo la necesitaba, pero sus padres se opusieron a esta relación por lo que no me quedo más que robármela. Como con consecuencia de esto pague catorce días preso por un tribunal, pues ella tenia tan solo quince años de edad. Cuando salí en libertad fui y la volví a robar. La familia me la volvieron a quitar, esta vez después de darme una buena paliza. Solo y despechado me aventure por los barrios de la periferia, bebiendo en cada bar que conseguía en mi camino. Así llegue a un barrio Wayuu donde se veían hermosos chinchorros colgados en las lumas (enramadas), mujeres vistiendo mantas de vistosos colores. En mi sentí el misterioso llamado de esta raza, la invitación a vivir la cultura. Mi vida con el pueblo Wayuu El día de mi llegada al barrio indígena unos malandros trataron de robarme y una familia Wayuu me defendieron. En agradecimiento les brinde unas cajas de cervezas. Pasamos varios días bebiendo. Cuando se me acabo el dinero, echamos manos al chirrinchi. (Bebida hecha de panela fermentada que hacen los Wayuu). Dormía en un chinchorro al aire libre. En las noches asistíamos a la Yonna, danza al son de la Kasha (tambora Wayuu). En poco tiempo fui absorbido por la cultura Wayuu y poseído por los espíritus de los Yoluja (espíritus de los indios muertos). La danza y el sonido de la Kasha junto con los vapores del chirrinche, encendían mi sangre. Sentía como una extraña fuerza que me impulsaba hacia el ruedo, donde se desafiaban los danzadores. Aprendí a danzar la Yonna y a hablar el Wayuunaiki, idioma Wayuu. Para completar mí estancia en medio de este pueblo me uní a una mujer Wayuu mestiza y nos mudamos a vivir a una invasión de tierra llamada Etnia Guajira. Seria aquí en esta donde me convertiría en el comandante insurgente Teodoro. Trabajaría y lucharía por crear un Movimiento Guerrillero Indígena. El M.G.L.N. Movimiento Guaicaipuro por la Liberación Nacional.